Las estadísticas muestran la tendencia a dejar las tradiciones en el pasado y respetar las creencias de los nuevos novios.
Tradición y cultura
La religión católica ha sido la más importante de España en la era moderna. De hecho, antes de ser un estado laico, el catolicismo fue la religión oficial del país, desde el siglo XV hasta 1931, y tras la Segunda República y la Guerra Civil, entre 1939 y 1978, con la llegada de la Constitución y tras la Transición que llegó al fin de la dictadura franquista. Entre 1564 y 1931 (sin contar los cinco años entre 1870 y 1875), el matrimonio civil estuvo prohibido en España. Después, con la llegada del franquismo, solo se permitió a aquellos que profesaban una religión diferente a la católica o que renunciaban a cualquier religión, debiendo certificar dicha decisión. Con la Constitución en 1978, las bodas civiles se desarrollaron sin trabas.
Menor libertad de pensamiento y actuación
Desde 1978, la Constitución refleja la libertad ideológica, religiosa y de culto de todos inherente a un Estado aconfesional. Aunque siempre ha habido excepciones, las personas no siempre han tenido la libertad de pensar y actuar libremente. En muchas ocasiones, la represión de la sociedad o de las familias provocaban que los sujetos se vieran obligados a seguir determinadas líneas de pensamiento y, por consiguiente, a contraer matrimonio por el rito católico. En otros casos, sí existía ese librepensamiento, pero no la posibilidad de expresarlo o de practicarlo a su forma. Por ello, a pesar de la afluencia de católicos, muchos de ellos se dejaban llevar por la tradición y el respeto hacia la familia, aunque ellos no compartieran ese pensamiento.
Hoy en día, todavía queda un resquicio del poder de la tradición, muchas veces en conflicto con la realidad. Esto queda perfectamente reflejado en este dato: según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en España se declaran católicos entre un 70 y un 75% de los habitantes, pero el mismo centro estimó que solo un 13,6% de ellos va a misa todos los domingos.
Cambio de paradigma
Hasta hace unos años, muchas de las personas que escogían el rito católico se dejaban llevar por la tradición y la familia. En el año 2000, el 75% de las uniones matrimoniales entraban dentro de esta doctrina. Sin embargo, la transformación que empezó a percibirse con el cambio de siglo se constató en 2009, año en el que los matrimonios civiles (94.993) superaron a los religiosos (80.174) por primera vez. ¿Cuál fue el detonante?
El siglo XXI está cambiando la sociedad y transmitiendo unos valores de tolerancia y libertad que han alcanzado todos los estratos. En este sentido, las personas son más fieles a sí mismas y adaptan sus actuaciones a sus pensamientos, a su verdad. Por este motivo, los católicos siguen apostando por las bodas que ellos consideran acordes a su fe, mientras que los no católicos prefieren ser consecuentes con sus creencias (o no creencias) y celebrar bodas civiles. El índice de 22% en el que se sitúan los matrimonios católicos es una señal de que la sociedad es más sincera y de que las personas piensan por sí mismas, sea cual sea ese pensamiento.
Limpieza de la fe católica
Aunque parezca un mazazo para la fe católica, este dato es una excelente noticia para los creyentes y para la Iglesia.Mientras que en el pasado se había trivializado y hasta vulgarizado un sacramento vital para los católicos, utilizando estas bodas para engrandecer los eventos a pesar de la ausencia de fe, actualmente se reúne a un mayor grupo de creyentes verdaderos que han eliminado la falsedad y la superficialidad. Hoy, las bodas católicas se han dejado de utilizar como excusa para organizar una celebración por todo lo alto.
De hecho, teniendo en cuenta la tasa de divorcios registrada en España por el Instituto de Política Familiar (276 divorcios al día, o lo que es lo mismo, siete rupturas por cada 10 matrimonios), no es negativo que el índice de matrimonios católicos baje si los que apuesten por él se toman en serio todo lo que predica el sacramento.
Estos datos reflejan que el rito religioso no es la única opción para contraer matrimonio, sino una posibilidad más para unir a personas que se quieren realmente.